sábado, 31 de mayo de 2008

life and times of me

Pienso que cuando nos referimos a algún personaje del pasado o cuando leemos en la biografía de algún escritor, artista, científico, etc., "un hombre de su tiempo" [como lo que se dice de Leonardo "un hombre renacentista: un hombre de su tiempo", siempre he pensado que se refiere a que éste hombre, en este caso el florentino, es la suma de todas las cualidades que dieron forma y caracterizaron a tal o cual momento. Talvez sea ésta la ascepción común, difundida, enseñada y aprendida de la expresión. Hoy, mientas conducía de regreso a mi casa escuchaba mi iPod [síntoma de nuestro tiempo] y comencé a seguir un patrón; cuando escuchaba cualquier canción trataba de recorda el año en que se editó el disco: "Obstacle 1; Interpol: 2002, Sand River; Beth Gibbons and Rustin' man: 2002, My violent life; Blonde Redhead: 1995, There, there; Radiohead: 2003, Since I left you; The Avalnches: 2000" y así. Pronto me di cuenta que la música que escucho no sobrepasa, en su mayoría el 2003 [hay un par de colado del 2004 y 2005...] y que no iban más atrás de 1995, aunque, hay, ciertamente, clásicos que van más atrás a los 60's y 70's. Lo que me hizo pensar, otra vez, en la frase "hombre de su tiempo": recordé que hace aproximadamente una semana hubo una fiesta en la que habíamos un par de coetáneos míos y un peculiar personaje que es menor que nosotros; en la fiesta, de más está decirlo, me encargué de poner la música, y de un momento a otro, el mozuelo, expresó con clara indolencia [inducida talvez por el efecto depresor del alcohol]: ¿podemos cambiar la música? Me estoy durmiendo. Quedé atónito, en shock! Recuerdo que yo estaba muy emocionado [y poco ebrio] con la música, pensaba: "esto es un hit", todos estábamos contentos.

Ahora: yo soy un hombre de mi tiempo, tanto como el imberbe aquel lo es del suyo, mi música es vieja, talvez aburrida y con el correr del tiempo, el desfase entre la nueva música y yo se está haciendo más y más marcado. Pronto, lo sé porque lo he hecho ya un par de veces, estaré renegando de la nueva música, la calificaré de tonta, insulsa y sin sentido, comercial y tendenciosa, sin ideología y superficial: "¿dónde quedarán músicos como Cerati y Tom Yorke, bandas como Portishead o Zurdok, qué será de solistas como P.J. Harvey o Björk, qué quedará, a fin de cuentas, de melómanos como yo? Viejos, cansados y superados por una ola nueva que en unos cuantos años estará preguntándose lo mismo. Como dice la canción del álbum Hombre sintetizador del año 1999:

"Es dificil recordar, es difícil olvidar
es difícil para mí, es difícil todo (...).
todo es lo mismo, es un principio y final
y nada más
todo es lo mismo, esta canción es igual
que las demás
(...)

Posteo lo que considero una de las mejores creaciones del nuevo siglo: de mi tiempo...







del álbum de Radiohead Hail to the Thief (2003)

sábado, 24 de mayo de 2008

Sabiduaría Ceratiana

"...sé que estoy falto de fe..."

Cuando la mayoría de las expectativas que uno deposita en el futuro, expectativas de vida, súbitamente comienzan a perder fuerza, por la fuerza misma de la vida y el presente implicable, no nos queda más remedio que aceptar que nuestras decisiones están más allá de lo que nosotros podemos decidir. Es en estos momentos cuando sería bastante conveniente que hubiera un algo o alguien que nos dijera "esto sucederá" y es también, en estos momentos, cuando levantamos nuestra voz interna para suplicar por un poco de ayuda. Aunque como dice la canción:

"¿podrás salvarme esta vez?"

Lo más seguro es que hayamos cometido demasiadas blasfemias como para ser considerados en un acto salvador de emergencia.


"....recordarte es un hermoso lugar..."

A mí mismo.

martes, 20 de mayo de 2008

Noche excepcional

Ayer por la noche me sentí bien, sólo faltó una cosa para que todo fuera perfecto. Pero por más que me concentré no logré activar cabalmente mis poderes mentales y no logré conseguirlo: que se fuera la luz.

Eran alrededor de las doce de la noche y decidí que era momento de dejar de leer y de apagar todos los aparatos de la habitación, desconecté el alimentador de energía de la computadora para que su ojo nocturno no interrumpiera el maravilloso espectáculo. En el techo podía escuchar las gotas estrellarse en la azotea, pequeños charquitos, seguramente, se estaban formando en las micro cuencas e irregularidades de la superficie. Afuera, los árboles y las hojas de las plantas recibían con júbilo las primeras y maravillosas lluvias nocturnas. Un concierto de bajos y contrabajos en las nubes cantaban algo parecido a alguna aria de Wagner (o al menos eso logré comprender) mientras que los utileros, afanosos, hacían destellar sus reflectores.

Me levanté de la cama, abrí las ventanas y recorrí las cortinas: el olor de la tierra mojada inundó mis fosas nasales y una brisa fresca y humeda se posó en mi pecho !Ah! Con palabras es imposible describir la sensación, era como un refresco de cola bien frío o como un café bien cargado justo a esa hora difusa entre la mañana y la tarde. En las calles de atrás, habían (hay) dos lámparas nocturnas con ese horrible y deprimente color naranja, simplemente no se apagaban. Maldije por una vez, la funcionalidad del mobiliario urbano que hoy, por primera vez, le estaba permitido no funcionar.

Pensé en que una de estas noches deberían causar estado de excepción: que las lamparas se apagaran, que las doncellas delicadas e indefensas no salieran de sus casas y que los maleantes y violadores encontraran algo que hacer por una hora y así todos, o por lo menos yo, puedieramos gozar de este espectáculo. Pensé también en que lo que alcancé a ver no nos sorprende porque no tenemos tiempo de verlo y además porque, tan dependientes de la luz eléctrica, estamos rodeados de lámparas, focos y faros que nos ciegan cada vez que levantamos la vista.

Como dije al principio, trás muchos intentos y harta concentración, me quedé un poco frustrado pues intenté con todo mi poder mental hacer que se apagaran todas las luces, pero como he estado muy cansado sólo alcancé a apagar dos y las otras veinte, siguieron brillando, atrayendo a los mosquitos y protegiendo a las jóvenes desveladas...

domingo, 4 de mayo de 2008

Mirar de lejos o mirar de cerca, como un ejercicio de la mirada, implican actividades diferentes y, en algunos casos, opuestas. Acaso la diferencia se encuentre en la posición física del observador (por lógica: más cerca = menos lejos - menos cerca = más lejos); sin embargo, para mí, la cuestión no se presenta tan simple. Permítaseme ejemplificar: cuando estamos a un exteremo de la calle y 'a lo lejos' vemos algo que atraé nuestra atención podemos decir que 'estamos mirando de cerca a ese objeto' o, por otro lado, estando cerca de alguien, frente a él o a ella, podemos estar mirando su rostro, sin embargo, no registrando ninguna de las características que éste presenta, por lo tanto podemos decir que 'estamos mirando de lejos'.

La cuestión me preocupa porque como dicen por ahí "uno está condenado a vivir la vida en primera persona" y por lo tanto, debe lidiar con una infinidad de problemas derivados de la perspectiva que se asuma ante tal o cual situación. Esto se agrava aún más cuando me doy cuenta, debo confesarlo, que me encuentro en un período de la mi propia vida en el que todo lo que es externo a mí tiende a ser mirado desde una perspectiva lejana y lo que puedo mirar de cerca, no sobrepasa mis párpados; como podrán imaginar, esto significa muchos problemas.

Lo que creo que es una de las pulsiones humanas (como hombre, masculino, lo puedo decir) más fuertes, es la de incurrir constantemente a la auto-afirmación del ego individualmente, casi anónimamente como una suerte de reclusión indusida...