De regreso en mi casa -eran las 9:45 -descrubrí a
Mota, mi gato, muerto. Estaba tirado enmedio de la sala, en el mueble donde guardo su alimento había señales de su frenesí. Lo levanté, lo metí en una caja de zapatos y lo deslicé bajo la cama. Lo menos que puedo hacer es concederle la venganza e imponerme la penitencia, de no dormir bien por el resto de mi vida.
1 comentario:
Los ASESINOS, dicen, nunca duermen bien.Hoguera!!! Hoguera!!!
Saludos,
Deyanira.
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