martes, 10 de enero de 2012

Tres de rigor, y los regaños.

Me rehuso a la idea de que este blog se convierta en un recuento anual de pesares y una evaluación de medio año de los 'logros y limitaciones' de los objetivos del inicio del año. Por eso ni voy a 'disculparme, oh lectores, por no haber escrito en tanto tiempo'.

Lo que si voy a decir ¿por qué negarlo? Es que debo aceptar que el año pasado ha estado muy pesado, por lo menos desde un punto de vista solipsista: ha habido muchas cosas con las que me he pelado, principalmente, con mi propia forma de afrontar la vida, de asumir 'mi profesión'; he tenido que tomar ciertas decisiones de corte que a nadie le interesan, pero que a mí, literalmente, no me dejan dormir, me he peleado, más importante, con mi blog y con la 'escritura fluente y sencilla'. Lo mismo que mi forma de hablar todos los días.

I.

El otro día, hace como un mes, estaba en el intermedio para la taquiza con algunos de mis compañeros de maestría ¿no? Entonces estaba platicándole a una compañera una idea que tenía (tengo) para un trabajo. Juro por la luz de las galaxias distantes que no tenía consciencia de 'cómo estaba hablando', el caso es que otra persona que estaba cerca de nosotros y, en consecuencia estaba escuchando sin querer, me dijo: "¡habla bien!" Lo sentí como uno de esos regaños que te da tu madre cuando estás en la mesa y accidentalmente le pegas a la cuchara y la sopa sale volando hasta la cara de tu tía o cuando, en el kinder (eso era antes, creo que ahora a los niños los dejan hacer cualquier atrocidad), la maestra te regañaba y te mandaba a dar una vuelta al patio por escupirle al jugo de tu cumpañera. ¿ya saben? Esos regaños que uno se gana sin saber exactamente qué fue lo que hizo mal. En resumen: no sé a qué se refería, tengo una idea, pero no estoy seguro. Lo que me lleva a lo siguente.

II.

Tengo la sensación de que cada ve tengo menos cosas de que hablar, el otro día alguien en un twitt (@palabrante) lo resumió de una manera que me parece excelente para el caso:

" En esta vida nada es peor que tener que estudiar tanto."

Y no se confundan, lectores, no me refiero a ese estudiar álgebra para el examen de segundo de prepa, a ése estudiar para el examen de estadística o ése estudiar memorístico de fechas y recuerdo colectivos. En verdad, como cualquier otra actividad, cuando es tomada en serio, estudiar efectivamente nos aleja un poquito de otras cosas aparentemente más sencillas. El caso es que este fin de año pude darme cuenta de que, en reuniones con diferentes personajes (unos bien conocidos y otros nuevos), hay cada vez menos cosas de las que puedo hablar. Tampoco se confundan, no quiero llegar a "bla, bla, bla, estudiar es una tragedia que estoy dispuesto a sufrir por el bienestar de la humanidad en su totalidad y bla, bla, bla." Nel, no soy ése, la verdad es que, de todos modos, no puedo ver mi vida de otra manera en este momento.

III.

He llegado a la conclusión de que, nada de lo que haga me hace mejor que nada.

Y que la vida de uno se mide en función de capítulos de Los Simpsons, pero eso ya lo sabíamos.

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