Seamos honestos, por un segundo, hablemos por amor a la verdad: ¿quién de ustedes no ha sentido miedo en la oscuridad? ¿Quién de ustedes no prefiere dar una vuelta larga para llegar a algún lugar antes que tomar el atajo oscuro? Con esto, quiero que reconozcan que tienen miedo, que son -somos -como cervatillos temerosos en la noche de la sabana, que la armadura que vestimos no es infalible, que la muerte pende sobre nuestras cabezas cada momento y que no podemos ignorarla. El miedo, acaso no es más que el motor de nuestros sentimientos, nos hace ir al médico, tomar nuestra medicación, lavarnos los dientes, estudiar una carrera y hasta elegir una carrera. Parece que nuestras vidas están guiadas por la premisa básica del miedo, parece que el miedo es el que nos hace actuar en las situaciones más críticas: cuando se es niño uno accede a cerrar los ojos y dormir por miedo a la bruja que vendrá después de las doce y que si nos encuentra despiertos nos llevará en su saco, nos lavamos los dientes por miedo a quedar chimuelo como el tío fulano. Siendo un poco mayores -ya iniciada nuestra vida académica -accedemos a hacer nuestras tareas, a portarnos bien en la ceremonias -que, de paso, tienen sus propios mieditos para persuadirnos y ser buenos estudiantes -y empezar a pensar qué vamos a hacer con nuestra vida, todo, por el miedo fundamental
ser nadie. Podríamos enumerar todas las situaciones de la vida en la que el miedo es el que nos hace hacer, es más, deberíamos hacerlo, pero escribirlo sería tarea harto complicada, por tal, pensemos primero, estoy seguro que habrá una o dos cosas, a lo sumo, que sean las básicas en nuestras vidas, las que nos mueven, nuestros motores inmóviles, nuestros miedo principales. ¿Al olvido? ¿A la muerte? ¿A la vida misma? Debemos tener cuidado de las desviaciones de nuestros días, el miedo no es, no será jamás, una forma de responsabilidad como nos lo han hecho ver, debemos tener la sensibilidad de separar lo que es
opus Dei y lo que pertenece a las creaciones vanas del mundo del hombre, una cosa es lo que quieren que hagamos -que seamos trabajadores, amantes de la democracia, buenos ciudadanos, etc -y otra, muy distinta, la que tenemos que hacer. El miedo nos mata pero, como el dolor, es lo que nos recuerda que seguimos vivos.